23.4.08

la rosa no vendida de Sant Jordi

Unos segundos después de escuchar la llave cerrando la puerta se hizo el silencio.

Y sin poder poner remedio se hizo la pregunta.

¿Quién soy yo?

Hoy que el telediario anunciaba la venta de 6 millones de rosas ella era la rosa que nadie había comprado.

A pesar de ello había pasado el día sonriendo a cada rosa cercana que se vendía. Pretendiendo ser feliz.

Era la rosa que ahora, al cerrar la floristeria, a oscuras, seguía sonriendo, acostumbrada al gesto.

La rosa que tan convencida estaba de que hoy definitivamente sí le tocaba a ella que al enfrentarse al silencio que ofrecía la oscuridad se negaba a creer que todo se había terminado.

Mañana volvería a actuar como la rosa más cotizada, la más deseada, aún sabiendo que no había sido elegida por nadie.

Era la rosa que esa noche sincerandose consigo misma acabaría pensando

"Tal vez no soy una rosa. Tal vez soy un dragón.
Y nadie compra dragones en las tiendas de rosas".

3 comentarios:

Madame Vaudeville (Chus Álvarez) dijo...

Las rosas, incluso marchitas, desprenden aromas y guardan la esencia de quien las amó un día.
Pero no aguardemos a que se pudran tras el cristal. Es más, no dejemos que jueguen con su vida en una tienda, admirémoslas en el campo mientras sueñan con ser dragones enamorados de la luna.

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Me encanta su regreso, ma belle LYR!!
Gracias por el detalle de avisarme en el cabaretito. Es usted un cielo!!!! MUA!
Mil besos

JuanMa dijo...

Sí que hay quien compraría el dragón.

Un beso.

Anónimo dijo...

Precioso relato de una rosa reflexiva ...

Un beso